domingo, 7 de septiembre de 2008

Inuyasha


Ya ha culminado la serie que nos envolvio y que tanto gusto al publico =D ...

sábado, 6 de septiembre de 2008

Regreso a Clases


Señorita Grano de Polvo, Bailarina del Sol

Era una mañana a fines del mes de abril. El buen tiempo en delirio, contrastaba irónicamente con un pobre trabajo de escribanillo que tenía yo entre manos aquel día. De pronto como levantara la cabeza vi a Jimmy, mi muñeco de fieltro que se balanceaba sentado frente a mí, apoyando la espalda en la columna de la lámpara. La pantalla parecía servirle de parasol. No me veía y su mirada, una mirada que yo no le conocía estaba fija con extraña atención en un rayo de sol que atravesaba la pieza.

-¿Qué tienes, querido Jimmy? -le pregunté-. ¿En qué piensas?

-En el pasado -me respondió simplemente sin mirarme- y volvió a sumirse en su contemplación.

Y como temiese haberme herido por la brusquedad de la respuesta:

-No tengo motivos para esconderte nada -replicó-. Pero por otro lado, nada puedes hacer ¡ay! por mí; y suspiró en forma que me destrozó el corazón.

Tomó cierto tiempo. Dio media vuelta a las dos arandelas de fieltro blanco que rodean sus pupilas negras y que son el alma de su expresión. Pasó ésta al punto de la atención íntima, al ensueño melancólico. Y me habló así:

-Sí, pienso en el pasado. Pienso siempre en el pasado. Pero hoy especialmente, esta primavera tibia e insinuante reanima mi recuerdo. En cuanto al rayo de sol quien, clava a tus pies, fíjate bien, la alfombra que transfigura, este rayo de sol se parece tanto a aquel otro en el cual encontré por primera vez a... ¡Ah! ¡siento que necesitarás suplir con tu complacencia la pobreza de mis palabras!

-Imagínate la criatura más rubia, más argentina, más locamente etérea que haya nunca danzado por sobre las miserias de la vida. Apareció y, mi ensueño se armonizó al instante con su presencia milagrosa. ¡Qué encanto! Bajaba por el rayo de sol, hollando con su presencia deslumbrante aquel camino de claridad que acababa de recordármela. Suspiros imperceptibles a nuestro burdo tacto animaban a su alrededor un pueblo de seres semejantes a ella, pero sin su gracia soberana ni su atractivo fulminante. Retozaba ella con todos un instante, se enlazaba en sus corros, se escapaba hábil por un intersticio, evitaba de un brinco el torpe abrazo del monstruo-mosquito ebrio y pesado como una fiera... mientras que un balanceo insensible y dulce la iba atrayendo hacia mí-. Dios mío ¡qué linda era!

-Como rostro no tenía ninguno propiamente hablando. Te diré que en realidad no poseía una forma precisa. Pero tomaba del sol con vertiginosa rapidez todos los rostros que yo hubiese podido soñar y que eran precisamente los mismos con que soñaba cuando pensaba en el amor. Su sonrisa en vez de limitarse a los pliegues de la boca se extendía por sobre todos sus movimientos. Así, aparecía, tan pronto rubia como el reflejo de un cobre, tan pronto pálida y gris como la luz del crepúsculo, ya oscura y misteriosa como la noche. Era a la vez suave como el terciopelo, loca como la arena en el viento, pérfida como el ápice de espuma al borde de una ola que se rompe. Era mil y mil cosas más rápido que mis palabras no lograban seguir sus metamorfosis.

-Quedé larguísimo rato mirándola invadido por una especie de estupor sagrado... De pronto se me escapó un grito... La bailarina etérea iba a tocar el suelo. Todo mi ser protestó ante la ignominia de semejante encuentro, y me precipité.

-Mi movimiento brusco produjo extrema perturbación en el mundo del rayo de sol y muchos de los geniecillos se lanzaron, creo que por temor hacia las alturas. Pero mis ojos no perdían de vista a mi amada. Inmóvil, conteniendo la respiración, la espiaba con la mano extendida. ¡Ah divina alegría! La mayor y la última ya de mi vida. En esa mano extendida había ella caído. Renuncio a detallarte mi estado de espíritu. El corazón me latía en forma tan acelerada que en mi mano temblorosa, mi dueña bailaba todavía. Era un vals lento y cadencioso de una coquetería infinita.

-Señorita Grano de Polvo... -le dije.

-¿Y cómo sabes mi nombre?

-Por intuición, le contesté, el... en fin... el amor.

-El amor, exclamó ella, ¡Ah! y volvió a bailar pero de un modo impertinente. Me pareció que se reía.

-No te rías -le reproché-, te quiero de veras. Es muy serio.

-Pero yo no tengo nada de seria -replicó-. Soy la señorita Grano de Polvo, bailarina del Sol. Sé demasiado que mi alcurnia no es de las más brillantes. Nací en una grieta del piso y nunca he vuelto a mi madre. Cuando me dicen que es una modesta suela de zapato, tengo que creerlo, pero nada me importa puesto que soy ahora la bailarina del Sol. No puedes quererme. Si me quieres, querrás también llevarme contigo y entonces ¿qué sería de mí? Prueba, quita tu mano un instante y ponla fuera del rayo.

Le obedecí. Cuál no fue mi decepción cuando en mi mano, reintegrada a la penumbra, contemplé una cosita lamentable e informe, de un gris dudoso, toda ella inerte y achatada. ¡Tenía ganas de llorar!

-¡Ya ves! -dijo ella-. Está ya hecha la experiencia. Sólo vivo para mi arte. Vuelve a ponerme pronto en el rayo de sol.

Obedecí. Agradecida bailó de nuevo un instante en mi mano.

-¿De qué cosa es tu mano?

-Es de fieltro, contesté ingenuamente.

-¡Es carrasposa! -exclamó-. Cuánto más prefiero mi camino aéreo -y trató de volar.

Yo no sé qué me invadió. Furioso, por el insulto, pero además por el temor de perder a mi conquista, jugué mi vida entera en una decisión audaz. Será opaca, pero será mía, «pensé». La cogí y la encerré dentro de mi cartera que coloqué sobre mi corazón.

Aquí está desde hace un año. Pero la alegría ha huido de mí. Esta hada que escondo, no me atrevo ya a mirarla tan distinta la sé, de aquella visión que despertó mi amor. Y sin embargo prefiero retenerla así que perderla de un todo al devolverle su libertad.

-¿De modo que la tienes todavía en tu cartera? -le pregunté picado de curiosidad.

-Sí. ¿Quieres verla?

Sin esperar mi respuesta y porque no podía aguantar más su propio deseo, abrió la cartera y sacó lo que se llamaba: «la momia de la señorita Grano de Polvo». Hice como si la viera pero sólo por amabilidad, pues en el fondo, no veía absolutamente nada. Hubo entre Jimmy y yo un momento de silencio penoso.

-Si quieres un consejo -le dije al fin- te doy éste: dale la libertad a tu amiga. Aprovecha ese rayo de sol. Aunque no dure más que dos horas serán dos horas de éxtasis. Eso vale más que continuar el martirio en que vives.

-¿Lo crees de veras? -interrogó él mirándome con ansiedad-. Dos horas. ¡Ah, qué tentaciones siento! Sí, acabemos: ¡sea!

Así diciendo, sacó de su cartera a la señorita Grano de Polvo y la volvió a colocar en el rayo. Fue una resurrección maravillosa. Saliendo de su misterioso letargo la bailarinita se lanzó loca, imponderable y como espiritual, idéntica a la descripción entusiasta que me había hecho Jimmy. Comprendí al punto su pasión. Había que verlo a él inmóvil, bocabierto ebrio de belleza. La voluptuosidad amarga del sacrificio se unía a la alegría purísima de la contemplación. Y a decir verdad, su rostro me parecía más bello que la danza del hada, puesto que estaba iluminado de una nobleza moral extraña a la falaz bailarina.

De pronto, juntos, exhalamos un grito. Un insecto enorme y estúpido, insecto grande como la cabeza de un alfiler, al bostezar acababa de tragarse a la señorita Grano de Polvo.

¿Qué más decir ahora?

El pobre Jimmy con los ojos fijos consideraba la extensión de su deleite. Nos quedamos largo rato silenciosos incapaces de hallar nada que pudiese expresar, yo mi remordimiento y él su desesperación. No tuvo ni para mí, ni para la fatalidad siquiera una palabra de reproche, pero vi muy bien cómo bajo el pretexto de levantar la arandela de fieltro que gradúa la expresión de sus pupilas, se enjugó furtivamente una lágrima.

Personalmente pienso que se muestra a un muñeco de fieltro que se enamora profunda y seriamente de un grano de polvo, ella le dice que ella no tiene nada de seria y que no puede quererla, pues si la quiere tendría que llevarla con él y entonces así ella no seria libre y no iba a poder bailar, que era lo que la hacia feliz. A pesar de darse cuenta que ella era un simple grano de polvo gris y opaco, este igual la quería y la amaba. Así que no presta atención y le quita su libertad guardándola en su cartera durante un año. El le cuenta su historia al narrador y este le aconseja darle la libertad a su amiga, así lo hace y después de tanto encierro ella vuelve a bailar y a disfrutar extasiadamente la libertad, la felicidad y el rayo de sol que le otorgaba tanta vida. La bailarina de grano de polvo era feliz pero más aun lo era el muñeco de fieltro que a pesar de su sacrificio, lo embargaba una alegría purísima. Lamentablemente llegó un insecto enorme como la cabeza de un alfiler y al bostezar se tragó a la Señorita Grano de Polvo, haciendo que una lágrima saliera de los ojos del muñeco de fieltro.

Se puede entender con este cuento que querer a una persona no quiere decir que esta nos quiera a nosotros y no podemos obligarla a permanecer a nuestro lado. Siempre tenemos que desear y buscar lo mejor para las personas que queremos y si eso incluye no estar con nosotros tenemos que aceptarlo porque esa es su felicidad. Muchas veces la felicidad de nuestros seres queridos significa el sacrificio propio, no todo siempre puede ser correspondido.

No hay una manera mas hermosa de querer a alguien que dejándola tomar sus propias decisiones, si te ama o no es algo que uno mismo no le puede imponer a los demás, hay que ver con los ojos del corazón, amar libremente y dejar amar a los demás, tanto tiempo de encierro, le quito la dicha al muñeco de fieltro de poder ver danzar mas tiempo a su amada.

El amor es un sentimiento limpio y puro que te llena el alma de éxtasis y felicidad, te da vida y te hace danzar y permitir que se acabe es decisión de quien lo siente, poseer algo no quiere decir que seamos dueños de ese algo. El amor es solo una gota de agua en un cristal que podría caerse al vacío si la dejas a la deriva y pues solo un minuto de felicidad puede dejar una lagrima en tu rostro.

Mi inspiración no es muy buena últimamente u.u

Es maravilloso, cada vez que miro a mi alrededor me doy cuenta de lo hermosa de esta injusta vida, que si bien es injusta también suele ser muy justa.

He querido conocer el mundo, ver nuevas caras y más sonrisas, saborear esa brisa de felicidad y contagiarme de ella.

Hermosa inmensidad estoy inmersa en ti con grandes dudas, dudas que no quiero resolver porque son ellas quienes hacen de ti la inmensidad.

Amor no me abrigues por completo déjame siempre un botón suelto, déjame a la deriva de lo hermoso y acércame al fuego que es allí donde nos daremos las manos.

Credo. Aquiles Nazoa

Creo en Pablo Picasso todopoderoso, creador del cielo y de la tierra.
Creo en Charlie, hijo de las violetas y los ratones, que fue crucificado, muerto y sepultado por el tiempo, pero que cada día resucita en el corazón de los hombres.
Creo en el amor y en el arte, como vías hacia el disfrute de la vida perdurable.
Creo en los grillos que pueblan la noche de mágicos cristales.
Creo en el amolador que vive de fabricar estrellas con su rueda maravillosa.
Creo en la cualidad aérea del hombre configurado en el recuerdo de Ysadora Duncan, abatiéndose como una purísima paloma herida, bajo el cielo del mediterráneo.
Creo en la fábula de Orfeo.
Creo en las monedas de chocolate que atesoro bajo la almohada de mi niñez.
Creo en el sortilegio de la música, yo que en las horas de mi angustia vi al conjuro de la Pavana de Fauré, salir liberada y radiante a la dulce Eurídice del infierno de mi alma.
Creo en Rainer Marie Rilke, héroe de la lucha del hombre por la belleza, que sacrificó su vida al acto de cortar una rosa por una mujer.
Creo en las rosas que brotaron del cadáver adolescente de Ofelia.
Creo en el llanto silencioso de Aquiles frente al mar.
Creo en un barco esbelto y distantísimo que salió hace un siglo al encuentro de la aurora; su capitán Lord Byron, al cinto la espada de los arcángeles y junto a sus sienes el resplandor de las estrellas.
Creo en el perro de Ulises y en el gato risueño de Alicia en el País de las Maravillas, en el loro de Robinson Crusoe, en los ratoncitos que tiran del carro de la Cenicienta; en Reralfiro el caballo de Rolando y en las abejas que labraron su colmena en el corazón de Martín Tinajero.
Creo en la amistad como el invento más bello del hombre.Creo en los poderes creadores del pueblo.Y creo en mi mismo, puesto que sé que alguien me ama.

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Nada en Especial


A veces nos suceden cosas de las cuales no podemos salir, cosas que por muy malas o muy buenas que sean nos llenan y nos hacen sentir bien, es algo así como cuando tienes ganas de comerte un helado y vas y te comes el mejor que encuentras en la heladería es simplemente sentirse bien, es sonreír siempre aunque no tengas motivos es algo maravilloso e indescriptible porque son sensaciones que solo con sentirlas seriamos capaces de conocerlas. Es muy cierto que cuando sabemos la teoría la practica resulta mucho mas fácil, pero en mi opinión la teoría en estos casos no cuenta tan solo basta la practica porque es a través de ella que puedes conocer ese maravilloso sentimiento que quizás para unos haya llegado en poco tiempo y para otros simplemente están esperándolo, lo cierto es que no importa el tiempo pues estoy segura que a todos les llegara algún día y solo dependerá de esa persona que dure poco y mucho tiempo.

Esas pequeñas cosas que nos llenan son las que hacen de la vida algo tan maravilloso y especial es querer despertarse todos los dias con ansias esperando a saber que cosa va a ocurrir si vamos a sonreir, a llorar, gritar, querer, jugar es simplemente genial no se como explicar la alegria cuando la siento o no se como explicar el dolor cuando toca mi corazon, ya no se quien esta pensando si mi mente, mi cuerpo, mi alma o mi corazon, no se porque hago lo que hago no se si hay motivos lo unico que siempre he sabido es que quiero continuar, quiero seguir tal y como estoy quiero conocer cosas nuevas y maravillarme con todo a mi alrededor y seguir creciendo y aprendiendo de todas las experiencias de mi vida, estoy enamorada de la vida, estoy enamorada de las cosas que me suceden y simplemente estoy enamorada de mi historia